El manejo de los portafolios de aprendizajes elaborados por estudiantes se ha extendido mucho en los últimos años, en todos los niveles educativos: en primaria (Abrami, Wade, Pillay, Aslan, Bures y Bentley, 2008), en secundaria (Barrett, 2007) y en el ámbito universitario (Jafari, y Kaufman, 2006; Becta, 2007; Barberà, Gewerc, y Rodríguez, 2009; Guasch, Guárdia y Barberà, 2009).
Colén, Giné e Imbernon (2006) afirman que el portafolio: “Es un instrumento de enseñanza-aprendizaje que facilita una metodología de trabajo didáctico en el que el alumnado participa activamente y se implica en su propio proceso de aprendizaje. El profesor y el alumno comparten criterios de evaluación y, al mismo tiempo, se mejora la atención a la diversidad”.
Esta metodología supone un proceso de aprendizaje que toma en cuenta:
- Los conocimientos previos de los estudiantes.
- Su involucramiento en la construcción de su propio aprendizaje.
- Su implicación motivacional en la construcción de su portafolio.
- Impulsa la creatividad, la iniciativa y la autonomía del estudiante.
Stefani, Mason y Pegler (2007) afirman que el manejo del portafolio supone un enfoque constructivista porque “el énfasis está puesto en el educando más que en el profesor o instructor”. Su propuesta de trabajo didáctico es dar al estudiante:
- La oportunidad de interactuar con los contenidos para comprenderlos, interpretarlos, reconstruirlos, encontrar soluciones a los problemas, organizar sus ideas y producción intelectual, adquiriendo así un aprendizaje más significativo.
- Propicia el desarrollo de capacidades intelectuales de orden superior, como el análisis, la síntesis, el manejo de la información, el pensamiento crítico y la metacognición.
- Contribuye al desarrollo del buen aprendiz que construye o reconstruye el significado o contenido íntimo de los contenidos de aprendizaje o de las informaciones que va recibiendo del ambiente.
Además en este continuo proceso el estudiante va desarrollando y construyendo sus propias estructuras mentales, haciéndolas cada vez más ricas, complejas, profundas, elevadas y poderosas para aprender y resolver problemas de la vida cognitiva, personal y social.
Achaerandio, 2010): El manejo del portafolio también posibilita que el profesor dé la realimentación sistemática a cada estudiante, poniendo atención a los procesos de aprendizaje, y al diseño de evaluaciones auténticas.
Un trabajo intenso de parte del profesor en el ámbito evaluativo, además de diseñar y planificar actividades desafiantes, motivadoras y significativas.
Esto ubica al portafolio como una herramienta potente para el desarrollo de una enseñanza centrada en el estudiante que aprende, desarrolla competencias transversales y específicas a partir de actividades bien diseñadas con el acompañamiento del docente en todo el proceso.
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